Después del fusilamiento de Morelos
muchos insurgentes se dispersaron generando guerrillas aisladas que no
representaron peligro para el gobierno novohispano.
Mientras tanto en España, el rey regresó
al poder tras la derrota de Napoleón en 1815, y se inició una política de
“reconquista” de las colonias americanas.
Al mismo tiempo, Juan Ruiz de Apodaca,
nuevo virrey en 1816, implementó una doble política: por un lado declaró la
amnistía o indulto para los insurgentes que quisieran dejar la guerra; por otro
lado, inició una campaña militar persiguiendo ferozmente a los insurgentes.
A pesar de ello, la lucha revolucionaria
no se acabó, en algunas partes del territorio se mantuvieron brotes
guerrilleros, principalmente las comandadas por Vicente Guerrero en las
montañas del Sur, por Guadalupe Victoria en Veracruz y por Francisco Javier
Mina en el Bajío.

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